¿Quién es Kurt Merki como persona y como diseñador?
No me considero un diseñador sino una persona que crea cosas nuevas y convierte sueños en realidades. También como persona me considero como un optimizador y un solucionador de problemas que intenta pensar con originalidad. Al inicio no me centro solo en el producto final sino en el completo proceso de creación y considero con qué material y tecnología puedo conseguir lo máximo. Lo que me ayuda en esto es mi origen de doble nacionalidad.
¿En qué medida influye esto su trabajo?
Ambas culturas son y están muy presentes en mi vida. He asistido a la escuela Suiza en Ghana, que era muy internacional. Mi experiencia con estas dos culturas me han dejado claro que no existe una cultura que pueda unificarlo todo. El gran reto consiste en encontrar productos con utilidad diversa para dar soluciones a las diferentes formas de vida. Por esta razón intento encontrar siempre un buen equilibrio y unificar lo mejor de los dos mundos.
¿Existe un Leitmotiv que le inspire como diseñador u optimizador?
Cuando inicio un proyecto hay tres planteamientos que son para mí especialmente importantes: cultura, determinación y vida. Dependiendo del tipo de proyecto estos planteamientos aportan diferentes respuestas. Mientras empiezo a desarrollar respuestas trabajo como un niño pequeño que corre echando los brazos al aire gritando “puedo volar”. Por un lado los pies se quedan en el suelo mientras que los pensamientos corren completamente libres. En esta fase entre realidad y euforia se generan las ideas más creativas. Pero para que una inspiración aporte sus frutos hay que desarrollarla. Si no, solo se queda en un sueño o un pensamiento.
¿Usted ha nacido en 1978. Que caracteríza la nueva generación de diseñadores de hoy en día?
Para crear algo realmente bueno se necesita dedicación, empeño y tiempo. Un buen diseñador de mi generación destaca por invertir tiempo en la totalidad del proceso de creación que se inicia con una idea, creando un real valor adicional hasta que al final resurge algo realmente excepcional. Para esto existe una frase muy acertada de Beverly Sills: “No hay atajos para algo que vale la pena conseguir”.
¿Cómo vive usted, un diseñador joven, la colaboración con Duravit, una empresa de 200 años de antigüedad?
Duravit para mí es como llegar a casa. La comunicación en mi lengua materna me ha permitido sentirme rápidamente como en casa. Siempre me entusiasma la colaboración amistosa, por lo que me alegro una y otra vez de ser huésped en la Selva Negra. A pesar de los 200 años de existencia de Duravit nos adaptamos conjuntamente a las exigencias cambiantes del mercado. El mejor ejemplo es el desarrollo del nuevo programa de grifería C1. Este se adapta en forma y función perfectamente a todas las series modernas, rectilíneas y arquitectónicas, por lo que es apto para un diseño de baño individualizado.